En muchas oportunidades estuve presenciando congresos y seminarios como participante o disertante y he visto diversas presentaciones de técnicos, especialistas, gerentes, directores, todos ellos profesionales de excelente nivel, muy buen nivel o mediocre nivel, también así han sido así sus presentaciones, desde excelentes a malas, directamente.
Claro que el o los disertantes tratamos de mostrar lo que hicimos bien, donde tuvimos éxito, las cosas que solucionamos o solucionan nuestros productos o servicios, los éxitos obtenidos, los trabajos premiados, en general, lo bien que nos fue o nos va en nuestras actividades.
Pero muy pocas veces, casi ninguna pensándolo bien, alguien dijo esto salió mal y explicó como sucedió, e inmediatamente terminó su explicación. Si embargo, el expositor continuuó y explicó lo que sucedió mal y luego la ¨brillante¨ solución que tomó o tomaron e hizo que el mal momento pasar a ser un éxito.
Esto sucede también en presentaciones dentro de las organizaciones, en reuniones internas, sucede en diferentes ámbitos institucionales y académicos, y en otros de importancia y relevancia.
Contrariamente a las situaciones explicadas anteriormente, en mi caso necesito hablar de las cosas que no están del todo bien, pues, lógicamente nuestros productos y servicios se enfocan en resolver eventos que no han sido buenos o situaciones críticas por no decir catastróficas en algún aspecto. Es así como mis presentaciones comienzan hablando de situaciones complicadas y terminan recomendando como se pueden solucionar, es así como paso a ser ¨el villano¨ de la película, el que presenta cosas que no nos gusta escuchar.
Pero me pregunto, ¿qué hacen las personas cuando pasa esto? ¿las ocultan? ¿se tratan de solucionar muy rápidamente para que no sean notorias y así los problemas vuelven a ocurrir? ¿las prácticas utilizadas son efectivas y el proceso de resolución de problemas es eficaz?
Es fundamental que las situaciones indeseadas se tomen de la misma forma que aquellas en las que se tuvo éxito, con responsabilidad, sin buscar culpables, sin generar críticas y caos interno, analizando el evento y aplicando un proceso estructurado de resolución de problemas que lleve a conseguir soluciones eficaces que eviten la recurrencia.
La responsabilidad es la misma cuando las cosas van bien que cuando no salen del todo bien, el éxito y el fracaso son las dos caras de una misma moneda que tienen la misma probabilidad de ocurrencia, la diferencia se hace cuando el éxito se disfruta y se transmite y el fracaso se asume y se toman acciones para que sea mejor la próxima vez.
Las prácticas de resolución de problemas es una de las habilidades blandas del futuro, mencionada por numerosas instituciones que analizan y proyectan el futuro de las organizaciones.